11 de diciembre de 2023
Amanece el día luminoso y soleado, en contrapartida con los grises semblantes que lucían muchos de nuestros expedicionarios cuando empezamos a despertarlos para comenzar la jornada. Algo nos hacía intuir que habían disfrutado de una agitada velada en pro del encuentro de la fuente de la eterna diversión andorrana.
¡Juventud! Divino tesoro…
Hoy, como no podía ser de otra manera siendo martes (ni te cases ni te embarques), no se nos ocurrió mejor forma de celebrarlo que inaugurando las visitas a la enfermería. Y es que, aún no nos habíamos dado cuenta de cuánto echábamos de menos esas interminables horas de espera, pues se habían convertido en la excusa perfecta para escapar por un día de las clases de esquí. En fin… Seguiremos con lo nuestro no sea que alguna de las jefas de expedición se sientan aludidas.
Para tranquilidad de nuestros lectores decir que, todos los casos, están bajo control y que evolucionan favorablemente. ¡Uff, menos mal!
Las clases de esquí comienza a dar sus frutos, y les podemos asegurar que no deja de sorprendernos la velocidad con la que aprenden. ¡Juventud, divino tesoro… ¡Vaya! Creo que esto ya lo dijimos antes…
Ya empiezan a observarse algunos aventajados que buscan nuevos retos, aunque los comienzos sigan encogiendo sus estómagos, mientras que, otros perseveran en conseguir mantenerse en pie y no morir en el intento ejecutando eso que llaman “cuña”.
Pero lo que sigue siendo común a unos y otros son las caídas, las chanzas, las risas, la alegría, la voluntad de aprender y un enorme y salvaje apetito.
El día va tocando a su fin, pero seguiremos con nuestros dedos fuertemente cruzados para evitar que este martes consiga hacer una vez más de las suyas.
Aunque si lo pensamos bien…¿ No había un dicho que decía algo así como que, lo que ocurre en Andorra, se queda en Andorra?