¡Chiss!¡Chiiiiiiiiiiss!
Que a nadie se le ocurra levantar la voz, el más leve ruido podría echar por tierra todo lo conseguido en el Palacio de Aguas Termales de Caldea. ¡Qué silencio! ¡Qué paz! Y es que, no se puede describir con palabras el espectáculo de contemplar a todos esos angelitos dormitando en la guagua de camino al hotel ¡Cuánto necesitaban esos agotados cuerpos este paréntesis de tranquilidad y rélax!
Pero empecemos por el principio…
Un nuevo amanecer en El Pas de la Casa, la mañana nos recibía parcialmente nublada y con un aire puro de montaña que contrastaba con el semblante taciturno y cansado de los que abrían las puertas y el aire viciado que salía de algunas habitaciones del campamento base.
¿ Habrán salido también anoche? Es algo que solo nuestra imaginación o intuición podrá contestar porque, como dice el dicho, lo que ocurre en Andorra se queda en Andorra…¿Dónde habremos escuchado esa frase antes?
El día prosiguió con la habitual rutina… Lo primero, un clásico, la enfermería. Una nueva oportunidad para seguir estrechando lazos con el personal sanitario. Saben qué, cuando vamos a la farmacia nos reciben con sonrisas cómplices. Pero tranquilos todos, no ha ocurrido nada importante, ni de gravedad, pues nuestros expedicionarios están casi en perfecto estado, casi como si estuvieran en casa.
Las clases de esquí y snow ya comienzan a dar sus frutos y muchos de nuestros aventureros, comienzan a afrontar retos cada vez más difíciles y complicados. Aunque, si les decimos la verdad, el reto más importante que están afrontando es el de la solidaridad y el de la camaradería entre los unos y los otros a la hora de ayudarse, acompañarse y echarse una mano. ¡Qué orgullosos nos hacen sentir¡
El día transcurrió rápido, casi sin darnos cuenta llegó la hora de ir a Caldea, y como no, un nuevo guirigay, pero esta vez en la recepción del hotel. Y es que, alguno, no se había enterado que estamos en Andorra y se presento en cholas y bañador, aunque en el exterior estaba nevando y con temperaturas bajo cero; otros tampoco lograban acordarse de la hora de encuentro y algunos, aún conocedores de ir a un spa de aguas termales, pensó que no era buena idea llevar bañador.
En fin, qué les vamos a contar que no se puedan imaginar a estas alturas…
Lo más importante es que la visita a Caldea dio los frutos deseados a pesar de que la piscina principal, más que un espacio de relajación parecía una batalla de la Tierra Media en la saga del Señor de los Anillos donde hordas de orcos peleaban por ocupar los mejores espacios en los jacuzzis. Poco a poco, el fragor de la batalla, dejó paso a una calma tensa y desconocida hasta el momento en la expedición. ¿Será posible que podamos dormir tranquilos esta noche?
Lo que pasa en Andorra se queda en Andorra…